EL LICEO COMERCIAL AQUILINO BEDOYA se conoce como una institución de enseñanza preescolar, básica y media técnica de carácter formal, no formal e informal, que interactúa buscando un ambiente de participación y diálogo a través del arte.
Su estilo se ha caracterizado, a lo largo del tiempo, por el pluralismo, la tolerancia, por el respeto por la diferencia y por el trato amoroso, buscando siempre la excelencia académica, el desarrollo del ser, el saber, el hacer y el tener a través de la educación artística en sus estudiantes y comunidad en general.
Esta institución es un centro de enseñanza excepcional donde los hijos de las clases más humildes reciben una educación integral en el desarrollo de los propios talentos, valores, espíritu e iniciativa artística que para sí desearían los padres de estudiantes de muchos países que se tienen por desarrollados.
Su espíritu reside en la formación en artes, con miras a la integridad del ser, para que crezca día a día con un debido acompañamiento académico y de crecimiento espiritual que se inicia desde el ingreso al preescolar y sigue a través de la permanencia en la institución hasta terminar la media técnica, donde por medio de la articulación con IES y dado al alto nivel académico del área artística universidades como la UTP reciben Con los brazos abiertos a los egresados de esta modalidad “Por su responsabilidad y alto nivel musical y artístico”.
El Entorno social que rodea al Aquilino Bedoya:
Amplias barriadas ocupadas contra toda oposición por desplazados de toda Colombia a quienes arrebató sus hogares una sordida guerra de cincuenta años, fratricida, rapaz, despiadada y canalla, que, sobre todo, afecta a los campesinos y a los indígenas.
Tugurios marginales al pie del aeropuerto de Pereira sobre los que planea el rugido de los aviones que despegan o aterrizan a cada rato.
Sobre este humus de injusticia y abandono cultivamos a nuestros estudiantes como si fueran espléndidas flores de lotos en potencia que antes han que emerger del fango.
Las salas de este colegio son aprovechadas al máximo, incluso fuera del horario académico, ya que entonces actúa como una isla de actividades saludables en un océano marginal que nada sano tiene para ofrecer, salvo un lugar donde puedan realizar sus sueños a través del arte.
En esos momentos, igual que durante sábados y domingos, el espacio escolar se abre a las familias, los padres instruyen a sus hijos y a los compañeros de sus hijos en todo aquello cuanto saben, los hijos hacen de profesores, alfabetizando a sus padres, el Liceo Aquilino Bedoya, con un enorme poder de convocatoria, se convierte en Casa de la Cultura Ciudadana y en el Foro Social donde los vecinos intentan conseguir, además de ayuda local, nacional e internacional para el desarrollo de su prole, un poco de orden, limpieza, servicios, justicia, trabajo y progreso para sus barrios de cartón y plástico en donde el arte se convierte no sólo en una convivencia pacífica, sino también en una fuerte posibilidad de mejoramiento de la calidad de vida de sus estudiantes, familiares y comunidad en general.